viernes, 19 de junio de 2009

Dios en venta

Salesman de los hermanos Maysles, la sociedad americana dudando si Dios es inversión o si los vendedores son presas de azotes de puerta en la naríz.
Este documental trae consigo el humor involuntario, no se si sea el objetivo primordial de los realizadores, que sin duda nos muestran un cuadro del payaso trágico, del vendedor que vive de vender valga la redundancia, pero no podría ser mas directo que una persona caminando y tocando de puerta en puerta ofreciendo un producto, vamos, se antoja cómodo para el cliente malacostumbrado a la cultura del Mall. ¿Quién compra esto?. Es parte de este discurso fílmico, que nos adentra en ese mundo solitario y a veces gris de personas que son presa del contacto directo con el cliente final que por supuesto pasa por la rica paleta de colores del humor del momento, del preciado tiempo que se le destinará a personas que venden Biblias a domicilio. Es chusco pensarlo, y sucede, pensemos en las mil y un maneras de hacerles pasar un mal rato a estas personas en aras de nuestro malsano entretenimiento, es maquiavélico, pero divertido.
Este documental aborda el género del Direct Cinemá, así, crudo, como es, la verdad seguida por una camara que parece escondida y metfísica, los partícipes llámese vendedores o clientes parecen no inmutarse por la presencia siempre amenazante de la cámara. La única voz que nos adentra en el misterioso mundo del vendedor son los mismos vendedores, bien podría pasar por un film de ficción, sumergido en una tragicomedia, puesto que es patético el trabajo, y con el perdón de quienes se ganan la vida honradamente, no concibo el imaginar lo que pasa por las mentes de estas personas cuando en su solitario lecho de motel en el condado en turno, reflexionan acerca de lo que hacen... Creo que los realizadores mas bien tratan de que eso lo imaginemos nosotros la audiencia. La técnica de filmación es acertadísima, nos acerca a los detalles exactos en momentos exactos, con una capacidad de corte impecable que en repetidas ocasiones nos hace preguntarnos si hay dos cámaras jugando con los contracampos, los cuales son espontáneos y captados por el realizador de manera muy coherente y rítmicamente rica. Esta cámara que como mencioné es invisible, lo es durante gran parte del documental, pero hay ciertos momentos donde tanto vendedores como clientes, juegan el papel que les corresponde en función de ofrecernos una graciosa escena, de colmarla con ritmo e intenciones de romper el tedio que acompaña la cotidianeidad.
La carga emocional con la que Brennan, un vendedor, autocritica su trabajo es parte del objetivo de los realizadores, que buscan ese lado humano de estas máquinas que memorizan los mas ridículos y entretenidos pitches del mundo de las ventas a domicilio.

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