viernes, 19 de junio de 2009

Wise Men are bad

Me preguntaba alguna vez la capacidad de análisis que un psiquiátra tiene dentro de un manicomio, si la objetividad médica y mas aún, la ética jurada el día que salió de resdencia es fundamental dentro de estas instituciones. El médico ayuda, en el se deposita la confianza que necesitó trabajar mediante mas de una década de estudios universitarios y actualización perpetua. En el documental Titicutt Follies de Wiseman, los médicos parecen sacados de una película de terror serie B, son las consiencias que merman la existencia y el, irónicamente, juicio de los internos. Hacen las veces de jueces mentales y controladores de motricidad escencial para el pleno desenvolminiento de una persona que está a la merced de jerarcas de la talla de un médico.
El documental es crudísimo, desgarrador y sumamente incómodo (como es costumbre con Wiseman), cargado de secuencias que el espectador espera con ansias terminen, y lo peor está por llegar justo después de que el realizador decidió cortar la escena, ese limbo de imaginación que nos deja Wiseman es el que hace rechinar los dientes y mordernos las uñas.
Volviendo un poco a los médicos, estos agentes de la salud, se muestran incisivos, son parte de las mismas pesadillas del catatónico paciente que simplemente busca vivir dentro de sí mismo sin ser molestado, o del violador arrepentido o no que acepta su culpa y que repetidamente es machacado con preguntas que entran en el terreno de lo vulgar, de lo intimidatorio y por supuesto que reflejan los mas bajos pensamientos del psiquiatra cargado y viciado obviamente de la sin razón del mundo insano.
Las secuencias son trágicas al igual que el ambiente que se maneja dentro del hospital, el control de los colores de las paredes, pareciera que olemos la morgue y sus cuerpos inchados de formol que solo así son respetados y bienqueridos, tendidos en una plancha fría de metal que por obvias razones no está sujeta a reclamaciones del usuario.
La usurpación de la ética por el derecho a hacer lo que me plazca con un ente sin razón, tiene cabida en todas direcciones dentro del documental, quienes son retratados como salvadores de la cordura, actúan de manera que se muestren como héroes, operadores intachables de una lógica que solo les funciona a ellos y que por consiguiente harán a perpetuidad.
Secuencias interminables de médicos y residentes jugando con las ya magulladas mentes de los pacientes, obligándolos en un esfuerzo sobrehumano de entender la situación y conscientizarlos sobre sí mismos y sus estúpidos actos. A mi parecer el documental tiene una suerte de poesía inherente de carácter claramente pesimista, pareciera la redención de las almas en el purgatorio de Dante, cargando las penas y pecados que perpetuaron en su estancia en el mundo cuerdo. Wiseman es solamente un espectador y la camara describe, hay un intento de participación muy por debajo del agua que es clara al caer en provocaciones, ejemplo claro es la alimentación forzada mediante sonda a un interno que no quería comer, la oportunidad claramente era seductora y precisamente es el tipo de objetos que Wiseman retrata de manera precisa y deliberada.
La secuencia inicial, es a mi parecer una de las mejores que he visto en el curso ya que, obviamente tenemos un pequeño briefing de lo que va el documental, así que podemos claramente descifrar lo que estamos viendo en pantalla los primeros 5 minutos si mal no recuerdo; un espectáculo de cantantes que me recordaron al teatro de variedades de Roma de Fellini, que a su vez es exactamente la secuencia final. Lo que hay que hacer notar es que son los mismos doctores con los pacientes haciendo gala ambos, de la insanidad y perversión mental que existe en un lugar así. No hay un contraste que nos permita diferenciar quién es quién, cuales son los personajes, son todos iguales, son una masa informe de caras y gestos insanos que promueven una suerte de incomodidad... ¿Quien está loco entonces?.
No es de sorprenderese que uno de los internos alegue con los doctores que la razón de su declive mental es gracias a que los mismos doctores sitemáticamente y basados en quien sabe que libro de psiquiatría, taladran la cabeza del interno haciéndole creer que está loco, burlándose de una cordura palpable y que los hace ver como los verdaderos enfermos que solo buscan compañeros de mentes torturadas.
El documental de Wiseman es en muchos aspectos la completa cercanía al retrato del loco y su espacio de control, asi como los artífices del teatro que se degradan a si mismos al nivel de un paciente, el médico que juega a ser Dios y que en realidad es parte de los ángeles caídos.

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